Medios de Comunicación
Hasta aquí he mostrado como las entidades encargadas tradicionalmente de la paideiason incapaces de desarrollar su labor correctamente. Los nuevos encargados de esa tarea son los Medios de Comunicación, bien conocidos por todos, ya que desde hace mucho tiempo nos acompañan en nuestro tiempo de ocio, pero ¿sirven para educar?
Los Medios de Comunicación, están patrocinados (pagados) por empresas privadas que solo buscan obtener beneficios. Por su parte las productoras solo buscan crear programas que enganchen al mayor numero de personas posibles para poder pedir mas dinero por la publicidad, dejando de lado muchas veces los códigos éticos.
Frente a este entramado un ¿qué puede hacer un niño?. Se aferra a estimulo que le parece atractivo. Rápidamente se acostumbra a sentarse frente a esa caja y no hacer nada, bueno si, no pensar. El ritmo frenético de las escenas no permiten que se piense, tan solo observar como si de un cuadro se tratase, como transcurre la situación.
Este abandono del niño frente a las pantallas de la televisión o frente a los videojuegos, tiene consecuencias: la primera y mas común es lo que podemos denominar, un síndrome amotivacional①, ¿cómo podemos convencer a un niño de que sea activo, que decida cosas, si se pasa una media de casi cuatro horas sentado frente a un aparato que decide por él?. Frente a la pantalla no necesitas crear, no necesitas comunicarte, en definitiva te convierte en un ser pasivo frente a la Sociedad.
Otro gran problema es la gran cantidad de estímulos que recibe, tantos que su mente es incapaz de “masticarlos” y se dedica a “tragarlos sin mas” y montarlos en su cabeza de una manera azarosa. Muchas veces se oye decir a niños de cuatro y cinco años decir: en mi televisión sale que…, es decir, el niño vive la experiencia televisiva como única, como real y personal. El niño es incapaz de discernir entre la verdad y la mentira hasta los 8 años. Hasta esa edad cree realmente lo que pasa frente a él, y aunque repite frases o ideas complejas, no las comprende, sino que las usa para mostrar una falsa madurez que una vez retroalimentada crece, necesitando mas dosis de su droga al igual que el adicto.
Llegados a este punto de dependencia con la televisión y sus derivados, el niño es incapaz de atender a estímulos sencillos, que no van recubiertos, de personajes de ficción, de vivos colores o música estridente. Necesita una hiperestimulación constante: incluso cuando ve la tele, necesita hacer zapping constantemente para incrementar ese consumo de imágenes②. Esta situación hace imposible la captación de las ideas que ofrecen los padres, maestros, juegos, etc. El niño es incapaz de atender lo que dura una clase; en primer lugar porque “es aburrido” y, en segundo, porque le supone un gran esfuerzo comprender las enseñanzas, por su limitada capacidad de simbolizar, atrofiada por no ser estimulada mediante por ejemplo la lectura③.
Los padres, también perdidos en este nuevo entramado social se sienten impotentes ante la situación que para ellos surge en forma de conductas hiperactivas de sus hijos y por la imposibilidad de tener conversaciones con ellos, ya que cambian constantemente el tema o introducen frases incoherentes en el contexto.
Acuden al médico que les informa de que su hijo sufre un trastorno por déficit atencional o trastorno hiperactivo, cajón de sastre hoy en día para los problemas de los niños que no tienen una causa fisiológica o mostrable. Es en este momento cuando la situación explota en forma de capsula. El niño es culpabilizado: por haberse enganchado a la televisión (o la videoconsola), cosa que siente como falsa, ya que fue el abandono de los padres y la soledad la que le hizo depender de la pantalla. Por su parte los padres en parte liberados de la culpa por alguna revista que dice que lo que le pasa a su hijo es culpa de un neurotransmisor, o una encima, y dentro de algunos años se tendrá la solución definitiva. Tienen la responsabilidad de limitar el acceso a la pantalla de sus hijos ocupando el tiempo en otras tareas, como estudiar, leer o jugar con ellos.
La ultima alternativa al fallar estas, es desesperada, acudir a un psicólogo que reestructure la situación familiar. Sin embargo la opinión mas generalizada es la de abandonar al niño a su suerte, bajo la frase lapidaria de: Cuando llegue a la adolescencia ya se le pasará. Como ahora veremos, el niño que arrastra los problemas de la infancia, solo puede empeorarlos en la adolescencia.
① Este síndrome ha sido definido para el consumidor crónico de Cannabis, y se define por una actitud de indiferencia general.
② Es tan conocido este efecto de zapping constante que todas las serie infantiles se basan en microhistorias independientes, de tal manera que no se pierde el hilo tanto si se comienza a ver una vez empezada, como si se realiza el zapping para después volver.
③ Solo 22,4% de la población tiene el hábito de leer todos los días, el 30,1% al menos una vez a la semana, y el 40,9% al menos una vez al mes. Esta encuenta realizada en el 2005 por la SGAE, incluye tanto libros, como prensa y publicaciones. Excluye las lecturas realizadas por temas relacionados con el desarrolo de su trabajo.
Los Contenidos y los Trastornos
La empatía
El primer contacto con el Ente
El entramado psicológico de los Teletubbies
El color como transmisor de sentimientos
El paisaje como tranquilizador
La hipótesis de la Sabana
La estructura interna: CuCu Tastas
La pantalla devoradora y la Publicidad
Mitos Sobre el Sexo y la Violencia
El salto a la Gran Pantalla
Proyecto Sims
Análisis crítico
La televisión y la infancia: Conclusiones
Terminos útiles:
II. La vinculación primaria del niño: La Ciberniñera.
III. La victoria por saturación de los jóvenes.
IV. Epilogo